Today I want to talk about a situation I have witnessed with my students, which I am sure many teachers have too. On occasions, a student is reading a paragraph aloud, with apparent fluency and accuracy, when suddenly they will stumble over one word. And that word does not even have to be the longest in the text! Why does that happen? If you ask the student if they know the word they stumbled with, they probably say they don’t. In fact, that often happens with names of people or places they are not familiar with. If a student can read long words they are familiar with but then they stumble over an unknown word, then the problem is with their decoding skills. We have two main ways to read a word:
However, when we encounter a new word, we cannot identify it, and we quickly switch to our decoding mode, to be able to read it. Next time we encounter that word, we probably won’t need to do that again, since we will be able to identify it. So, if a student can read known words but have difficulties reading an unknown word, what happens is that the student has difficulties decoding each letter into a sound. Many Spanish heritage language learners did not develop their decoding skills to their fullest, in part because these skills are not as necessary in English. That doesn’t mean they don’t know the alphabet in Spanish. Probably, the student is not used to switching to the decoding mode of reading, but some practice will refresh and strengthen those skills. The best way to practice decoding skills is with unknown words, of course. You can create made-up words o give them words that you know they don’t know, and ask them to read them. The goal is not to memorize them, but to decode them. For this practice, once they successfully read the word, there is no need to go over it. After that, they would not be “reading” (decoding) the word, they would be “saying” it. Using names of not well-known cities can be a good idea: becoming familiar with those names might be useful (more useful than learning a made-up word) but we are not burdening the student with also learning the meaning of the new word. Of course, learning new words with their meaning is important, but for this practice, the goal is being able to easily go over each letter and saying that word, so that when they encounter a new word in their reading, they can read it successfully. Happy decoding! Decode this! Click here to hear parangaricutirimicuaro. Click here to hear Mary Poppins in Spanish. Click here to hear another interesting word. ***********************
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El otro día encontré por casualidad un video hecho con la intención de ayudar a mejorar la ortografía y la escritura en español, y algunas cosas que vi y oí me molestaron un poco. En la entrada de hoy voy a comentar algunas de las ideas que oí en ese video. No es solo porque no esté de acuerdo con lo que decía la autora; lo que me lleva a querer comentar algunas de las cosas que decía es que reconocí las ideas y la actitud que mucha gente tiene sobre la ortografía. Ideas y actitudes que no ayudan a nadie. No voy a poner un enlace aquí porque no quiero entrar en el juego del "cyber-bullying", y menos cuando lo que quiero criticar es la actitud del "orthographic bullying". Estas son algunas de las frases que decía la autora en su video (parafraseo): “En nuestra vida cotidiana encontramos errores y horrores de ortografía que a veces nos producen risa y otras, vergüenza” ¿Qué problema veo con esto? Primero, la palabra “horrores”. El juego de palabras (errores - horrores) puede tener su chiste, e incluso es posible que yo lo haya usado alguna vez y me haya creído muy astuta. Pero no creo que haga ningún bien a nadie. Los “horrores” son malos, por definición; los errores, no. Los errores son parte del aprendizaje, y usarlos para entender en qué punto del desarrollo se encuentra el estudiante es una de las labores claves del maestro. Los errores reflejan la forma en que el lenguaje está representado en la mente. El maestro necesita observarlos bien y entenderlos para saber cuál es va a ser la mejor estrategia a seguir. Por ese motivo, los errores son muy interesantes. Un maestro no puede enfrentarse a los errores pensando que son aberraciones. Por otra parte, … ¿vergüenza y risa? Un maestro nunca debe reírse de sus estudiantes. Y un estudiante nunca debe sentirse avergonzado de sus errores y de la etapa de aprendizaje en la que se encuentra. Para ser justos, la autora del video no estaba hablando de los ensayos de sus estudiantes, sino de cosas escritas en paredes, carteles, redes sociales,... Pero esa actitud tampoco me parece justificada. Primero, ¿qué sabemos nosotros de las circunstancias de esa persona, de las oportunidades que ha tenido para aprender ortografía? ¿Y quiénes creemos nosotros que somos para sentir vergüenza por otras personas o reírnos de ellas? Y, segundo, si consideramos los errores ortográficos de otras personas como horrores que inspiran risa o vergüenza, nos va a resultar difícil cambiar totalmente nuestra actitud cuando vemos el trabajo de nuestros estudiantes. Muchos de los errores cotidianos tienen que ver con el desconocimiento de las normas, la falta de lectura, o porque las redes sociales y las conversaciones por chat nos han acostumbrado a ser perezosos y nos han ensenado que debemos escribir con horrores y no pasa nada. Por partes: Muchos de los errores cotidianos tienen que ver con el desconocimiento de las normas Esto es una sobresimplificación. Como he comentado en algunos posts, la ortografía es mucho más que la aplicación de unas normas. De hecho, el conocimiento de las reglas tiene un impacto bastante menor en la ortografía, comparado con otros aspectos (como la memoria visual o la conciencia morfológica). la falta de lectura Es cierto que la lectura tiene un efecto positivo en la ortografía (entre otras cosas). Pero, 1) ese efecto en la ortografía es limitado los adultos y 2) no todos hemos tenido el mismo acceso a la lectura cuando éramos niños. Tal vez deberíamos evitar esa actitud de superioridad moral de los lectores ávidos sobre los que leen menos. Sí, promovamos la lectura, llevemos a cabo iniciativas que promuevan la lectura y el acceso a los libros y a las bibliotecas, pero dejemos de menospreciar a los que no desarrollaron esa pasión por la lectura. La falta de acceso a libros en la niñez provoca dificultades en la lectura que hacen que esta sea menos placentera. O porque las redes sociales y las conversaciones por chat nos han acostumbrado a ser perezosos Pereza, otro pecado que nos hace sentir moralmente superiores a otros. Pero detrás de escribir con abreviaciones, sin mayúsculas, etc. en los mensajes de texto no hay tanto pereza como el darle prioridad a la rapidez. Y nos han ensenado que debemos escribir con horrores y no pasa nada. Y es que es posible que no pase nada. Y tampoco creo que nadie crea que “debamos” escribir con errores. Si uno quiere escribir con todas las letras, no creo que haya nadie que se lo prohíba. De hecho, con los teléfonos actuales y la función de autocorrección, es difícil escribir con abreviaciones, sin mayúsculas o con faltas de ortografía. Y cuando se escribe así, lo peor es que esto se lleva también a la escritura académica. No es cierto. No necesariamente. Escribir mensajes de texto es una actividad totalmente distinta a la de escribir académicamente. Decía el profesor José Portolés Lázaro, catedrático de Lengua Española de la Universidad Autónoma de Madrid, que nadie obtiene la licencia de manejar por montar en bicicleta. Y añadía que enseñar a escribir académicamente era tarea de los profesores. Con una buena formación académica, los hablantes/escritores somos capaces de movernos entre distintos registros y estilos. Si alguien escribe sus ensayos de clase con la escritura que usa en los mensajes, es trabajo del maestro enseñarle la ortografía (y otras cosas) adecuada para un ensayo. Y después puede regresar a sus mensajes de texto y escribirlos con abreviaciones y sin mayúsculas. Por último, una de las razones que daba la autora del video para promover la buena ortografía es: La mala ortografía no nos permite leer bien Esto es algo que muchos maestros dicen. Pero no es cierto. Generalmente, los errores ortográficos responden a una lógica interna, que el lector comparte y comprende. Es cierto que ejemplos que circulan en internet como “mi papa tiene 40 anos” pueden ser chistosos, pero a menos que el lector solo tenga intención de avergonzar al que lo escribió o hacer un chiste, no va a pensar de verdad que está diciendo “my dad has 40 anuses”. En conclusión, creo que es importante que tengamos una actitud positiva y amable hacia las personas que cometen errores de ortografía—especialmente si son nuestros estudiantes. Cuando uno no tiene problemas de ortografía, esta parece muy fácil. Las palabras con errores ortográficos chocan con la imagen mental que tenemos de la palabra y nos producen malestar. Y nos parece increíble que otras personas no lo sientan. Pero nos resulta muy difícil ver esas palabras de la misma manera que las ven las personas que no desarrollaron su ortografía de forma completa y fuerte cuando eran niños. Pero, por lo menos, consideremos la posibilidad de que no sean ni perezosos, ni “horrorosos”, ni objeto de burla. Así que dejemos de burlarnos de ellos (o de sus errores) y de avergonzarlos.
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